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viernes, 6 de marzo de 2009

Antimusicología

Juan Alberto Martínez, voz, teclado y guitarra del grupo Niños Mutantes ha hecho la siguiente declaración:
"Hablar de música es como bailar la arquitectura". ¡Ole tus narices!. Tal vez hablar de tu estúpida música sea como bailar la arquitectura o tomarse el caldo de hervir un huevo ya que no hay nada de lo que hablar, pero cuando hablamos de MÚSICA (vamos, música con mayúsculas) hay mucho que decir, muchos libros se han escrito y mucho se escribirá.
Ofender a la música de esa manera me parece muy mal, sobre todo viniendo de un tío que vive de ella y que tiene el dudoso honor de llamarse músico.
Buceando en su biografía empiezo a entender algo. Comenta el tontarra que con dos años su madre compró un curso de guitarra por correspondencia que incluía la guitarra (que gran curso) y la destrozó saltando encima de ella. Continua diciendo que no quedó nada de aquella guitarra, salvo la fascinación que 20 años después le producía ver a Hendrix o a Townshend o a Cobain romper las suyas. Encima el rascabandurrias va de guay por la vida y su fascinación no es por el posible virtuosismo de estos músicos sino por una tonta costumbre hecha con fines eminentemente comerciales.
En fin, me gustaría que lo cogieran una manada de musicólogos zombies y lo desmembren para comérselo como hicieron las bacantes con Orfeo pero no caerá esa breva.

2 comentarios:

Ángel dijo...

Pues yo creo que hablar de música es como comerse las cabezas de las gambas.

Ya me entiendes.

Anónimo dijo...

¿Entonces hablar de arquitectura es como tirarse peos con olor a niño mutante?