No podría mantener este blog si no relatara una de las historias que se pasan de boca a oído en mi familia y que hace las delicias de niños y mayores entre mis amigos
Para que nadie se lleve las manos a la cabeza después de leer esto voy a describir la sensación que da este señor:
Toribio es un señor cuya profesión es la de vendedor de la ONCE. Psíquicamente podríamos decir que es una persona de muy buen humor. Físicamente podríamos decir sin temor a equivocarnos que es muy feo. Es contrahecho y posée un rostro de belleza disipada, cubista, podría decir más aún, barroca. Esta contrahechura junto con su buen humor le ha proporcionado ese trabajo.
Paso al relato épico solo comparable a la Orestiada , la Odisea y La Iliada , eso si, no al Cantar de Roldán, pues los franceses siempre me han dado un poco de reparo.
Toribio iba en su coche junto con un colega suyo que tenía las piernas de la rana Gustavo, vamos de trapo, vendedor de cupones, a la sazón, en el pueblo vecino. Es presumible, dado su carácter jovial, que fueran un poco achispados tras unas invitaciones en cualquiera de los muchos bares con tapas de cierta localidad de cuyo nombre no quiero acordarme. Toribio llevaba a su amigo a su domicilio cuando, ¡Oh, funesto destino!, un camión se les puso delante ante lo cual no pudieron hacer otra cosa que chocar. Los dos amigotes salen del coche cada uno como puede. Imagínense el panorama. Salen del coche los dos compadres.Uno, jorobado, feo como un demonio y un poco errabundo en parte por el choque, en parte por su achispamiento, en parte, porqué no decirlo, por su propio ser. El otro arrastrándose por el suelo ya que no había tenido tiempo de recoger sus muletas y blanco como el papel.
Ante ese espectáculo dantesco el infeliz camionero pensaba que le había llegado su némesis y que tendría que poner a su prole a vender pañuelos en las estaciones de servicio de la nacional II para sufragarse un psicólogo que le lograra hacer olvidar esa imagen.
Llegados a ese momento es aquí donde se ve el valor sin par de este héroe anónimo, o no tan anónimo, pues sabemos que se llama Toribio. Toribio que es de naturaleza sagaz cual raposa se pone en los ojos del infeliz camionero y comprendiendo la situación emite esta frase antológica "TRANQUILO MAESTRO, ES QUE SOMOS ASÍ"
5 comentarios:
jajajjaajaja muy bueno el Toribio si señor! ya no sonrisa, sino carcajada es lo que acaba de salir de mi boca.
Salud!
Maravilloso relato!...volveré por aquí!.
Tremendo documento
Esta anécdota me ha recordado a la de uno que conociste en una boda, de cuyo nombre no puedo acordarme (por rarísimo, vamos), que no empezó con buen pie en la mili con sus sargento chusquero. Menos mal que llevaba gafas...
Sí señor, un héroe
Me alegra leerte cuallis
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