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martes, 2 de diciembre de 2008

Seré un buen profesor

Yo antes era un mal profesor. Tenía la manía de que los niños debían aprender cuanto más mejor. Quería que fuesen personas responsables, cultas, civilizadas, trabajadoras. Que pensasen por ellos mismos y que eligiesen que querían hacer con su vida. Pero estaba totalmente equivocado. Yo no se como no me di cuenta en los cursos de profesores a los que me apuntaba para perfeccionar mis conocimientos. Mis colegas profesores de música eran seres felices que abominaban de toda la música sesuda y complicada. Ellos amaban a Alejandro Sanz y la canción “Color esperanza”. Les encantaba cantar canciones con la guitarra y montar actos de fin de curso. Bailar, cantar y saltar era su meta y la de sus alumnos. El madrigal renacentista y J:S.Bach eran escollos de aburrimiento en su vorágine de diversión.
Yo era un gris profesor que me empeñaba en hacerles creer que la música no acababa en el pop actual, que había música clásica, jazz, worldmusic, en fin música que no salía en los cuarenta principales.
Pero un día un amigo, que también vivía amargando a esas bellas criaturas de la ESO, me mostró la luz y el camino de la verdad con la frase: “No te engañes, Cuallis, nosotros somos unos meros expendedores de títulos”. Yo reflexioné sobre lo que me había dicho, llegando a los siguientes pensamientos:
A: Aunque se que de la mar el mero y de la tierra el cordero pongo a Dios por testigo que jamás he sido ni seré un mero, como mucho puedo llegar a salmonete y llamarme Juan José.
B Que estaba errado en mis planteamientos sobre lo que demanda el sistema educativo de mí., por lo que ahora seré un buen profesor.
El nuevo Cuallis será un gran profesor aplicando los siguientes principios:
-Jamás me enfadaré porque no hagan los deberes, ¡que digo no hagan los deberes!, jamás les mandaré deberes.
- A partir de ahora les pondré “Al salir de clase” y “Física o Química “para que sepan lo que es una educación de verdad
- Seré superenrollado siendo el primero en unirme al botellón de fin de semana
-Siempre le diré a los padres que sus hijos son lo mejor que hay en el mundo y que si son borrachos,, drogadictos, mal educados y gandules la culpa es solo mía que no los he sabido motivar y como mucho de la sociedad que los aliena y no les deja expresarse como personas.
-Procuraré llevarlos a todas las actividades extraescolares y viajes que se puedan organizar. Lo que importa no es el temario y que aprendan cosas sino que vivan experiencias lúdicas sin parangón.
-Siempre le daré la razón a mi Director y Jefe de Estudios, tratando de humillarme para que vean que no soy un hinchapelotas que solo quiere que la gente trabaje y sea responsable. La vida está para disfrutarla pero sobre todo para que ellos la disfruten ganando mucho dinero y trabajando poco.
-Nunca pondré exámenes ya que estos estresan al alumno y eso es lo último que querían ni los padres, ni mi equipo directivo ni la administración. Queremos niños sanos y aprobados, el conocimiento y los modales están sobrevalorados
En definitiva, como dicen los pedagogos, vivimos en una sociedad cambiante hay que adaptarse a ella así que he decidido que seré un gran profesor y que se aguanten los alumnos que quieran aprender o si no que se apunten a un colegio de pago que es lo que hacen los hijos de nuestros políticos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dos caras de la misma moneda, un buen profesor es aquel que imparte disciplina al alumno, que lo trata paternalmente pero sin ser un dictador, y menos democráticamente, un buen profesor no puede ser amigo de sus alumnos, ¿has visto Hitler, el reinado del mal?, al principio de esa película aparece la escena del joven Heidler/Hütter (o cuál demonios sea su verdadero apellido) con su querido profesor, un profesor que impartía Historia más bien pangermánica mientras todos escuchaban a Wägner.

E.H. dijo...

El año pasado llegué a la misma resolución que tú, Cuallis, con un curso que tú y yo conocimos: iba a ser una buena profesora, de las que tú describes, sin sobresaltos ni encontronazos por enseñar modales y sin importar si aprenden algo de mi materia o no, y así, de paso, recuperar mi salud mental. El problema es que en el fondo creo en la educación, en todo ese rollo de luchar por crear mejores personas, con disciplina, saber estar e inquietudes intelectuales y, para colmo, este año he dado con alumnos que otra vez me han hecho sentir como una auténtica profesora y que han respondido bien cuando he intentado educarlos, aunque la nota final haya sido Insuficiente. Siento decirte, Cuallis, que aún es posible ser lo que queríamos ser, aunque saberlo haga que la inquietud vuelva a apoderarse de ti y vuelvas a sentir la necesidad de luchar a contracorriente por sacar algo que valga la pena de tus alumnos.